Mientras la estoy pasando bien en el adorable café fetichista Wicked Grounds con una persona que estoy segura va a ser unx de mis mejores amigues, llega a mis oídos una discusión bastante acalorada sobre el consentimiento.
Esta es una de las cosas que llenan de lágrimas mis ojos: la cultura del consentimiento incorporándose frente a mi.
La historia dió un paso adelante y me deleité en analizar cada falacia lógica, paradoja y la semántica de la discusión, acorde a lo que he estudiado en ‘Cerebro y Mente’ (un programa de grado que dejó de existir. En él se incluía un balance entre filosofía y neurociencia, sociología y biología, psiquiatría y psicología. En cada clase, y acorde a cada eje de estudio, se analizaba todo lo que tuviera que ver, aunque sea remotamente, con qué, cómo y por qué el cerebro piensa).
Pero mientras esa línea se corría en mi código mental, otra llamaba a mi función de detección de errores. Algo faltaba. Escuché un poquito más y me di vuelta a para mirar a la persona con la que compartía el café, que recién volvía del baño.
Siguió corriéndose ese programa toda la noche en segundo plano, haciéndose un espacio entre imágenes de tigres, Tarot, sogas, fotografía vaginal, cotas de malla y el siempre presente cuilverso.
No fue hasta que lo hablé con mi pareja al día siguiente que me cayó la ficha.
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¿Qué faltaba?
Existe una corriente filosófica que dice que no es posible probar la existencia de algo como la conciencia. Por lo menos, nadie ha podido hasta ahora. La menor de todas las complicaciones intrínsecas al problema es el hecho de que nadie puede acordar exactamente sobre que sí es la conciencia.
Dejando eso de lado, sin importar si podemos realmente probar que cualquier interacción es 100% consensuada para empezar, ¿deberíamos realmente enfocarnos en eso?
Se supone que el consentimiento es palabra mayor en los círculos feministas, poli y fetichistas. Pero así como con la consciencia, no hay un verdadero consenso sobre lo que realmente implica el consentimiento.
Hay algunos puntos a seguir, que son bastante similares a los que también usamos para decidir si está bien asumir si las otras personas son conscientes.
El consentimiento usualmente incluye acordar sobre alguna acción, comportamiento o plan. También usualmente es mejor si incluye información relevante. Muchas personas están de acuerdo en que hacer esmeradamente que el consentimiento sea todo lo explicito posible es una buena manera de evitar destruir límites.
Pero así como señaló un artículo reciente, hasta el sexo consensuado puede ser una mierda.
Así que empecemos.
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¿Qué es la cultura del consentimiento?
La meta de no tener cadenas, el punto de vivir libremente, la razón de estar a favor de reducir los límites arbitrarios es crear una cultura de consentimiento. No solo el consentimiento del tipo “Vamos a coger” a la Mark Manson es apropiado.
Pero, ¿cuáles son las características de una verdadera cultura de consentimiento? ¿Qué se necesita para hacerla realidad?
¿Hay cabida para cualquier cosa entre la aceptación, a regañadientes y casi explotar de la anticipación?
Como todas las cosas, me gusta la respuesta que implica todo lo que está arriba.
Lo que significa para mí una cultura del consentimiento es que aquella esté construida sobre información, integridad y autonomía.
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Sobre la información.
Cuando hablo de ‘información’ incluyo detalles relevantes. Para cosas como tener sexo o las relaciones esto puede ser saber sobre el estado de exámenes para ETS y estado relacional.
Pero va más allá.
Incluye también tener suficiente educación sobre lo que las ETS son y lo que hacen, el entendimiento de que no hay tal cosa como sexo seguro sino sexo más seguro, el conocer tu anatomía (¿cuántas personas que leen esto saben que el punto G es lado inferior bajo esa estructura gigante que es el clítoris?).
Es también que te importe la historia de la humanidad: la dinámica de poder que hay detrás de tus interacciones con gente de distintos sexos, géneros, habilidades y razas, tener en cuenta todas las maneras invisibles en que todo el el universo está unido, entender cómo ciertos eventos te llevan a conocer tal o cual persona y ser una persona completamente abierta y honesta acerca de dónde te encontrás en vez de conformarte con la mierda del masculino-femenino.
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Sobre la integridad.
Hablando de mierda, acá es donde juega la integridad. Parte de la información relevante que la gente necesita saber es si alguien tiene tendencia a cruzar los límites, mentir y/o abusar.
Si bien pienso que la gente está empezando a prestar más atención (especialmente en la comunidad fetichista) a reconocer las señales de advertencia en la gente problemática, a menudo se ignora la otra cara de esto.
Ser capaz de reconocer las señales de advertencia, ser capaz de poner la verdad antes que el amor ciego y la intoxicación, ser capaz de decir sí con entusiasmo o con el corazón bien puesto requiere integridad personal.
En ese artículo antes mencionado donde una mujer se quejaba de los garches chotos, hay una persona que podría haber dicho basta a todo. Sí, la gente tiende a sentir presión de la sociedad, la cultura, la familia, la religión y demás para conformarse o terminar las cosas de una vez.
¡Pero eso no es consentimiento!
Voy a repetirlo pero más claramente:
¡La obediencia no es consentimiento!
Nuestra cultura, y muchas otras alrededor del mundo son culturas de coerción, de marginalización, de conformidad. La trampa de la llamada ‘seguridad social’, la estabilidad y la aceptación es que nuestra habilidad de consentimiento pasa a segundo plano.
Hay una fuerte incentivación a hacer cosas que no queremos porque nos adoctrinan con ideas de lo necesarias que son dichas cosas.
¿Cuántxs de ustedes tuvieron que soportar trabajos que odiaban porque necesitaban la plata?
¿Cuántxs de ustedes se casaron porque era la única opción que creían posible?
¿Cuántxs de ustedes trataron de ir a la universidad porque les dijeron que era la mejor manera de conseguir un buen trabajo (y que luego terminarían odiando)?
No es para nada distinto en el caso de las relaciones que decidimos construir. Gran parte de la mononorma está basada en la manipulación, el compromiso y el sacrificio.
Noten cómo el consentimiento brilla por su ausencia.
Y nos preguntamos por qué es tan dificil para la gente entender el consentimiento.
En una sociedad que promueve ideales opuestos a la transparencia, la apertura y la honestidad, damos lugar a una cultura implícita, que apoya el engaño, el abuso y la mentira.
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Sobre la Autonomía
Y en ese sentido, hablemos del rol que juega la autonomía en la cultura del consentimiento.
La razón por la cual tantxs estafadores y gente afín puede perpetuar tal violencia y división es porque la autonomía usualmente no pasa de ser una palabra bonita. La parte más difícil de muchas de las relaciones románticas es permitir a sus parejas total autonomía.
Esto es lo que llamamos mononorma.
Pensalo un rato. Todo lo de celos versus compersión, si permitir jerarquías o reglas, o el énfasis en tipos de amor particulares son temas que no vienen del poliamor en sí. Estos son problemas de autonomía sexual y emocional, o la falta de ellas.
Lo que usualmente pasa es que las personas que son poli desde hace poco limitan a ellas o a otras para poderse “ajustar”. No lo hacen al poliamor, sino a la nueva autonomía de sus parejas.
Porque si sus parejas son libres, ¿qué les impide irse?
Porque si sus parejas son libres, ¿qué es el compromiso?
La mayoría de la gente piensa que si no ejercés algún poder o control en una relación entonces no hay razón por la cual alguien quiera permanecer en ella.
La idea de longevidad implica más que los deseos, necesidades y autonomía de cada persona.
¿Y ahora, qué?
La cultura, relación o persona que no tenga en cuenta lo anterior está condenada a funcionar en un nivel menos que completamente consensuado.
Se supone que la democracia en Estados Unidos es muy importante, pero las relaciones tienden a ser dictaduras u oligarquías de a ratos, y esto es tremendamente problemático para las personas que dicen ser éticas.
Todos los sistemas subyacentes, nuestro propio conocimientos y nuestro sentido de crecimiento y desarrollo entran en juego. El consentimiento, como la conciencia, es mucho más que un interruptor que podés prender o apagar.
Hay variaciones y grados. Cierta gente siempre está entusiasmada. Algunas siempre son serias o delicadas.
El consentimiento se verá distinto en la superficie de cada persona y relación. Requiere conocernos, reconocer a los otros seres, ser personas completamente abiertas y honestas, y ser tan claras como nos sea posible.
No hay camino fácil para determinar si el consentimiento fue dado, así como no hay manera fácil de probar la consciencia (no por nada es conocido como el Problema Difícil de la Filosofía).
Pero, podemos asegurarnos de subir todas esas chances. Encarguémonos mejor de cómo se maneja, se da y se enseña el consentimiento.
No deberías dar a tu conciencia por sentada. ¿Por qué debería el consentimiento ser algo distinto?
Fuente:http://postmodernwoman.com/the-biggest-thing-missing-from-discussions-of-consent/
Traducción:Arachno Boris
Revisión:DemonWeb y Nicolás Igolnikov
Edición:DemonWeb